Manuel Pérez Lourido
La música te da sorpresas
"El contrapunto y la disonancia son los cables de los que cuelgan los puentes de Mozart al paraíso" dice el escritor y musicólogo Alex Ross. Traigo aquí la cita porque no la entiendo del todo, pese a que tengo unas nociones básicas sobre lo que quieren decir contrapunto y disonancia como términos musicales. Y sin embargo me resulta una frase fascinante. Todo en Mozart es fascinante, aunque, como es mi caso, no sea usted muy fan del compositor austriaco. Mozart ha sido descrito en gran cantidad de obras literarias y audiovisuales como un holgazán insolente, un eterno hombre-niño o un gamberro malhablado. De esto último hay ciertas evidencias, como el hecho de haber titulado un canon a seis voces Leck mich in Arsch ("Chúpame el culo"). Personalmente prefiero la música de Bach, Mahler o Schubert, pero no se puede dudar de la genialidad de Wolfgang Amadeus. No es que no cuente con desafectos e incluso con detractores, como sucede en todos los momentos de la historia con todos los artistas.
¿Nunca le ha pasado que, leyendo una crítica adversa de un disco recién editado, se da cuenta de que le va a gustar mucho? Si su respuesta es negativa... ¿qué clase de aficionado a la música es usted? y si resulta que no es aficionado a la música... ¿qué rayos hace leyendo este artículo?
Repetimos el enunciado: no es ningún disparate que una reseña negativa, pero prolija y honesta, resulte en generar un ávido deseo de escuchar el album en cuestión debido a la casi certeza de que va a ser del gusto de uno.
Me ha sucedido con el octavo album de Kaiser Chiefs, que se llama así "Octavo album de Kaiser Chiefs", aunque añaden el adjetivo "easy" (fácil, sencillo) antes de "octavo" para curarse en salud. Tal vez ese título explique en parte el estado creativo de los miembros de la banda. La pieza que desentrañaba el disco, es decir, exponía sus entrañas a la vista de los lectores, era breve y cruel. Decía que habían cambiado el rollito seudo canalla de banda de pub londinense guarrindongo por una vibra bailable a la que se le podía poner la etiqueta de funky si no fuese esa una forma inmerecida de dotarlo de pedigree. Más o menos.
Reitero que semejante ejercicio de ensañamiento despierta en mi unas enormes ganas de escuchar el producto y unas aún más enormes ganas de que me guste. Diría incluso que ya me gusta un poco de antemano. Podría afirmar que firmaría una declaración elogiándolo por anticipado. No ando lejos de proclamar que estamos ante una obra maestra.
Lo cierto es que acudí a mi plataforma online de confianza para verificar todos los elogios que en mi mente ya merecía el disco y comprobé que, efectivamente, era una trapallada. La vida te da sorpresas, como cantaba el magnífico Rubén Blades.